Thursday 27 September 2012

Los charcos fantásticos

Hoy me mojé bajo la lluvía. Llevaba un paraguas, mas lo cerré y sentí las gotas frías de lluvia recorrer mi cara, empapar mi cabello. Crucé los charcos sin mucho afán de timarlos, me deslicé sobre el pavimento esperando sentir el frío rigor del agua. Mientras caminaba, cantaba e inevitablemente probaba la acidez de la lluvia, metía mis manos al bolsillo del saco como si conociera la vida, como si supiera sus trucos y desperfectos, como si supiese algo, aunque no es así. Escuchaba música, una canción apasionada que me hacía mover los labios enfurecidos y decididos, como teniendo un plan, como habiendo tomado una decisión, como entendiendo el mundo. Cerraba los ojos, al caminar por la estación, las gotas de lluvia cubrían mis ojos y yo cantaba como se canta con el estómago y la gente parecía abrirme el paso, se habían echo a un lado al pasar yo en medio de ellos, me veían extrañados, como si pensaran que disfrutara la lluvia, como si pensaran que salía de una película de Isabel Coixe: Necesitando la lluvia. Pero yo me sentía en un video musical, podía cantar, podía bailar sobre los charcos y decirle al mundo este dolor profundo, esta desesperación que me come, este no sé qué maldito.